EMOTIVAS PALABRAS COMPARTIÓ NUESTRA DIRECTORA DE GESTIÓN HUMANA EN LA REUNIÓN VIRTUAL POR EL CIERRE DE AÑO EN CONSTRUCTORA GCG

Published on
25 enero 2021
admin
admin

Estimados colaboradores, 2020 ha sido un año atípico, particular y lleno de contrastes. Empezó como cualquier otro, lleno de sueños y metas por alcanzar, la cotidianidad nos envolvía y el día a día transcurría con tranquilidad. Poco a poco, esa habitualidad fue dando un giro inesperado y sorpresivo para todos, comenzamos a escuchar un rumor, que luego se confirmó, en alguna parte del mundo un enemigo invisible se expandía y poco podían hacer para controlarlo; los datos no eran muchos, era algo desconocido, los casos día a día se incrementaban. Comenzamos a lamentar y compadecer aquellas víctimas que nos mostraban a través de la pantalla, pedíamos por ellas e incluso agradecíamos los muchos kilómetros de distancia que nos separaban de aquellos hechos. Tuvieron que transcurrir muy pocos días para que nos diéramos cuenta de la verdadera magnitud del problema, los casos fueron traspasando fronteras, del continente asiático, donde fue su inicio, se propagó hacia Europa y se fueron presentando los primeros casos en los demás continentes. Sin embargo, seguíamos en medio de nuestra incredulidad e ignorancia subestimando la situación, difícilmente llegaría a América Latina, de seguro los gobiernos y las autoridades tendrían un plan para disminuir su propagación, seguramente encontrarían rápidamente la cura e iban a retomar el control. Comenzamos a escuchar mucho más el tema de la bioseguridad, del autocuidado, del uso permanente del tapabocas, del lavado de manos, términos que, aunque conocidos, nunca en nuestra historia se habían repetido tantas veces y con tanta insistencia y vehemencia.

El momento llegó, se presentó el primer caso en Colombia y fue en aquel instante, cuando por primera vez un escalofrío y un extraño pensamiento recorrió nuestro cuerpo ¿Qué iba a suceder? ¿Qué tan grave podría ser? ¿Tendrá la capacidad de llegar hasta mí y hasta mi familia? Fueron algunas de las preguntas que nos inundaban en aquel momento. Comenzamos entonces a prestar un poco más de atención a las noticias, requeríamos información, orientación, un faro que guiara nuestro actuar. Las respuestas no eran muchas, los hechos no solo nos tomaron desprevenidos a nosotros, sino también a nuestros gobernantes y al mundo entero que apenas comenzaba a evaluar y tomar acciones. Cuando por parte de la OMS se declara el virus COVID-19 como pandemia mundial, los gobiernos comienzan a impartir medidas y en pocos días Colombia entra a cuarentena y confinamiento total. Ese último día antes del inicio de aquella restricción todo fue confusión, no sabíamos en qué consistía, ni que afrontaríamos.

Aquello que teníamos por seguro, ya no lo era en igual magnitud y comenzamos a probar nuestra coraza de paciencia y resistencia. Cuando nos dimos cuenta que el carácter “temporal” de la medida no lo era en realidad, evidenciamos el verdadero impacto socioeconómico de la situación. Nuestras emociones comenzaron a salir a flote, una mezcla de preocupación, miedo y tristeza, nos inundó a la mayoría y comenzamos a aferrarnos a esa fuerza poderosa en la que cada uno creemos y respetamos Dios, devenir, orden de las cosas, como quiera que lo llamemos, pero que nos proporciona la confianza y seguridad de que las cosas mejorarán.

Los aprendizajes así mismo fueron numerosos, por extraño que parezca, no era normal pasar tanto tiempo en nuestras casas, descubrimos cosas que no conocíamos, habilidades que no nos imaginábamos, aprendimos a conocer un poco más de nosotros mismos y de nuestra familia, en algunos casos aprendimos a trabajar desde casa, aprendimos a tener reuniones virtuales, aprendimos a acompañar a nuestros hijos y a hacer parte presencial y activa de su aprendizaje, aprendimos a valorar mucho más a nuestros padres, a nuestros amigos, a nuestros compañeros. Extrañamos como nunca la efusividad que caracteriza nuestra cultura, los besos, los abrazos, el solo hecho de poder estrechar una mano, de poder sentir esa cercanía. Los fines de semana, los cumpleaños, los días especiales tuvimos que celebrarlos en casa, solos o con nuestro pequeño núcleo familiar, conectados a través de una pantalla con aquellas otras personas a las que amamos y con las que nos encanta compartir. Aprendimos también a vivir con desconfianza y temor, nos adaptamos poco a poco a las circunstancias, la capacidad de resiliencia, adaptación y creatividad sobresalieron y las ganas de seguir adelante superaron expectativas.

Y en medio de toda esta tormenta de sucesos, emociones, aprendizajes y sorpresas, contamos siempre con la compañía, soporte e incondicionalidad de nuestro segundo hogar: Constructora GCG, nos brindó su apoyo, nos permitió conservar nuestros empleos, nos involucró activamente en todo el proceso de cambio, de transformación y adaptación, con protocolos estrictos pero encaminados siempre hacia adelante, sin desistir; con metas y objetivos claros.

Queremos agradecer a ustedes nuestros colaboradores que, a pesar de todas estas circunstancias, hicieron posible el cumplimiento de objetivos y permitieron la satisfacción de nuestros clientes a través de su trabajo, de su compromiso, de su fuerza.

Despidamos el 2020 con la satisfacción de los aprendizajes y los logros obtenidos, sin rencores y sin reclamos, deseando con más fuerza que aquel beso y aquel abrazo pospuesto, se haga realidad muy pronto en el año que viene, que los encuentros fraternos se vuelvan a realizar por fin y que su intensidad trascienda los límites de lo físico e inunde nuestros corazones de empatía, solidaridad y humildad.

En nombre de Constructora GCG les deseamos un feliz año 2021 y muchas gracias por hacer posible que sigamos siendo: El Aliado para su proyecto.

¡Muchas Gracias!

Estimados colaboradores, 2020 ha sido un año atípico, particular y lleno de contrastes. Empezó como cualquier otro, lleno de sueños y metas por alcanzar, la cotidianidad nos envolvía y el día a día transcurría con tranquilidad. Poco a poco, esa habitualidad fue dando un giro inesperado y sorpresivo para todos, comenzamos a escuchar un rumor, que luego se confirmó, en alguna parte del mundo un enemigo invisible se expandía y poco podían hacer para controlarlo; los datos no eran muchos, era algo desconocido, los casos día a día se incrementaban. Comenzamos a lamentar y compadecer aquellas víctimas que nos mostraban a través de la pantalla, pedíamos por ellas e incluso agradecíamos los muchos kilómetros de distancia que nos separaban de aquellos hechos. Tuvieron que transcurrir muy pocos días para que nos diéramos cuenta de la verdadera magnitud del problema, los casos fueron traspasando fronteras, del continente asiático, donde fue su inicio, se propagó hacia Europa y se fueron presentando los primeros casos en los demás continentes. Sin embargo, seguíamos en medio de nuestra incredulidad e ignorancia subestimando la situación, difícilmente llegaría a América Latina, de seguro los gobiernos y las autoridades tendrían un plan para disminuir su propagación, seguramente encontrarían rápidamente la cura e iban a retomar el control. Comenzamos a escuchar mucho más el tema de la bioseguridad, del autocuidado, del uso permanente del tapabocas, del lavado de manos, términos que, aunque conocidos, nunca en nuestra historia se habían repetido tantas veces y con tanta insistencia y vehemencia.

El momento llegó, se presentó el primer caso en Colombia y fue en aquel instante, cuando por primera vez un escalofrío y un extraño pensamiento recorrió nuestro cuerpo ¿Qué iba a suceder? ¿Qué tan grave podría ser? ¿Tendrá la capacidad de llegar hasta mí y hasta mi familia? Fueron algunas de las preguntas que nos inundaban en aquel momento. Comenzamos entonces a prestar un poco más de atención a las noticias, requeríamos información, orientación, un faro que guiara nuestro actuar. Las respuestas no eran muchas, los hechos no solo nos tomaron desprevenidos a nosotros, sino también a nuestros gobernantes y al mundo entero que apenas comenzaba a evaluar y tomar acciones. Cuando por parte de la OMS se declara el virus COVID-19 como pandemia mundial, los gobiernos comienzan a impartir medidas y en pocos días Colombia entra a cuarentena y confinamiento total. Ese último día antes del inicio de aquella restricción todo fue confusión, no sabíamos en qué consistía, ni que afrontaríamos.

Aquello que teníamos por seguro, ya no lo era en igual magnitud y comenzamos a probar nuestra coraza de paciencia y resistencia. Cuando nos dimos cuenta que el carácter “temporal” de la medida no lo era en realidad, evidenciamos el verdadero impacto socioeconómico de la situación. Nuestras emociones comenzaron a salir a flote, una mezcla de preocupación, miedo y tristeza, nos inundó a la mayoría y comenzamos a aferrarnos a esa fuerza poderosa en la que cada uno creemos y respetamos Dios, devenir, orden de las cosas, como quiera que lo llamemos, pero que nos proporciona la confianza y seguridad de que las cosas mejorarán.

Los aprendizajes así mismo fueron numerosos, por extraño que parezca, no era normal pasar tanto tiempo en nuestras casas, descubrimos cosas que no conocíamos, habilidades que no nos imaginábamos, aprendimos a conocer un poco más de nosotros mismos y de nuestra familia, en algunos casos aprendimos a trabajar desde casa, aprendimos a tener reuniones virtuales, aprendimos a acompañar a nuestros hijos y a hacer parte presencial y activa de su aprendizaje, aprendimos a valorar mucho más a nuestros padres, a nuestros amigos, a nuestros compañeros. Extrañamos como nunca la efusividad que caracteriza nuestra cultura, los besos, los abrazos, el solo hecho de poder estrechar una mano, de poder sentir esa cercanía. Los fines de semana, los cumpleaños, los días especiales tuvimos que celebrarlos en casa, solos o con nuestro pequeño núcleo familiar, conectados a través de una pantalla con aquellas otras personas a las que amamos y con las que nos encanta compartir. Aprendimos también a vivir con desconfianza y temor, nos adaptamos poco a poco a las circunstancias, la capacidad de resiliencia, adaptación y creatividad sobresalieron y las ganas de seguir adelante superaron expectativas.

Y en medio de toda esta tormenta de sucesos, emociones, aprendizajes y sorpresas, contamos siempre con la compañía, soporte e incondicionalidad de nuestro segundo hogar: Constructora GCG, nos brindó su apoyo, nos permitió conservar nuestros empleos, nos involucró activamente en todo el proceso de cambio, de transformación y adaptación, con protocolos estrictos pero encaminados siempre hacia adelante, sin desistir; con metas y objetivos claros.

Queremos agradecer a ustedes nuestros colaboradores que, a pesar de todas estas circunstancias, hicieron posible el cumplimiento de objetivos y permitieron la satisfacción de nuestros clientes a través de su trabajo, de su compromiso, de su fuerza.

Despidamos el 2020 con la satisfacción de los aprendizajes y los logros obtenidos, sin rencores y sin reclamos, deseando con más fuerza que aquel beso y aquel abrazo pospuesto, se haga realidad muy pronto en el año que viene, que los encuentros fraternos se vuelvan a realizar por fin y que su intensidad trascienda los límites de lo físico e inunde nuestros corazones de empatía, solidaridad y humildad.

En nombre de Constructora GCG les deseamos un feliz año 2021 y muchas gracias por hacer posible que sigamos siendo: El Aliado para su proyecto.

¡Muchas Gracias!

SÍGUENOS

Implementado por: Diseño de páginas web Colombia
Calle 74 70G - 07
Bogotá - Colombia.

Tel: (60) (1) 432 2450
Cel: (57) 315 354 0597

ventas@constructoragcg.com

× ¡Contáctanos!